Frontera construida
con el reciclaje sin pausa
de llegadas y salidas.
Epopeya cotidiana de atravesarla
dejando atrás cada vez lo propio
para aventurarse.
Madera guardiana
protectora tenaz de un adentro asfixiante.
Merodeo a tu alrededor un rato interminable
hasta que logro vencerte.
Desgarro tu surco
con la espada de dudosa empuñadura.
Pero no soy yo quien te abre
sino que tu divinidad me lo concede.
Y Orfeo se queda en el ascensor.
Luna azul.
Si me fuera posible capturar la palabra
si ésta alcanzara el espesor y el movimiento
para en sí misma nombrar
la luna de esta noche por Corrientes
más la emoción
tantas veces transitada y siempre única
del vino, los amigos y las palabras
en el eterno intento de arreglar el mundo
junto con la noticia
nueva, increíble, de mi escritura
este instante acabaría
y esa palabra sería su asesina.
Me quedo con las ganas de encontrarla
y con el recuerdo de un brindis
que fue para mi
una insólita aventura.
La Luna
El lápiz del desconocido arquitecto de mi casa
recortó la ventana que da el marco
a la luna que asoma llena
en ese cuadro de domingo
a la noche.
Salgo a buscarla por las baldosas de siempre.
Y en ese paso, su reflejo implacable
me repite antiguas siluetas.
Contradicciones de su belleza
que pintan de plateado
los rincones de la memoria.
Los vapores de la cocina
El invierno despelleja la realidad
y cualquier tristeza se congela y permanece
En la agitada tarde citadina
su condición de albergue
para los gorriones porteños
indefensas almas plumadas
que regresan al hogar.
Confundidas las ramas y los cantos
hacen crecer hacia el cielo los sonidos
de esa naturaleza nueva que se
cultiva en el asfalto.
Debe haber un remedio para la melancolía de esta hora
repetida en el deseo.
Los vapores de la cocina inician
la ceremonia del hogar
trascendencia de las costumbres
para seguir viviendo.
¿Para qué tenemos memoria?
Perder en la recopilación de recuerdos
una suma que perfora las hojas del libro.
No es necesario hilar tan fino
guardar en el archivo
hasta el límite de la moral.
Es un placer leerte porque describís con belleza lo cotidiano. Te acompaña un don. Seguí este camino.
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