entre las perlas que se deslizan por el vidrio
y deshacen cualquier intención.
Predominio del instinto
en la cueva
mientras se cae el cielo
Sonidos conocidos resbalan afuera
como los recuerdos tristes.
Una especie de
parálisis se irradia
desde un centro ignoto
y como el yeso
inmoviliza los músculos del deseo.
Torpezas y necedades ciudadanas
se quedan por un rato
del otro lado de la pared
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