miércoles, 8 de agosto de 2012

Tempestad en la ciudad

En la vasta quietud
que impone la tormenta de verano
se expande un olor que remeda
la infancia y la paz.
Es verdad que se avecina el chubasco
pero la displicencia cálida de febrero
hace que  se suelte la mirada
y un ser diminuto
condenado a desaparecer
renace del rayo,
se expande con el relámpago
y vocifera con el trueno
después caen las gotas
como las verdades
que construimos en la niñez.                       

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